
El cáncer es una enfermedad que ha existido siempre, incluso en la pre-historia. Esto
ocurre porque el “motor” del cáncer es la reproducción descontrolada de unas
células cuyos genes se han visto alterados por alguna o varias razones. Su
aumento en las últimas décadas se relaciona en gran medida con el estilo de
vida y con el aumento de la esperanza de vida.
Hasta el siglo XIX cuando a una persona se le
diagnosticaba cáncer, su muerte era casi inevitable. Esto hacía que cuando
recibía el diagnóstico sintiera que los demás le rechazarían por miedo al
contagio (ahora sabemos que el cáncer NO se puede transmitir como una
enfermedad infecciosa) o por pensar que poca gente estaría dispuesta a hablar
con alguien a quién le queda poco tiempo de vida (otro mito hoy desmentido).
Además la palabra “cáncer” está marcada: cuando
la oímos nos estremecemos porque la relacionamos con algo indeseable y dañino.
Por eso se empezaron a utilizar palabras para evitar el término “cáncer”,
muchas de las cuales todavía se usan: bulto,
cosa, mal, etc. En catalán se usa la expresión mal lleig.
A partir del s. XIX los rápidos avances en
Medicina, empezaron a permitir los tratamientos contra el cáncer: la cirugía y,
ya en el siglo XX la quimioterapia y la radioterapia. Vimos como cada vez más
personas se curaban. Otro aspecto clave en la disminución del estigma fué la
aparición pública de personas famosas diciendo “tengo cáncer”: Olivia Newton-John,
Josep Carreras, y
muchos más.
ESPAI DE PSICOLOGIA I SALUT
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